Observa en plena noche, a 180 Km y aumentando como pasa la vida oscura y fantasmal de sus pesadillas –Enanos, bufones, gusanos sin cabeza, cuerpos sin almas y noches sin velas- Al filo de la muerte a 200 Km y aumentando, besa a fondo el pavimento en esa carretera perdida al compás agotador de las horas, diluyéndose en el silencio imperturbable de la nada.
Despierta de un sobresalto, como susto provocado, una triste pregunta –¿Dónde estoy?- -En una autopista llena de pesadillas en el carro de la muerte- A lo lejos de algo se percata: un enano cadavérico se burla de su amorfo espectro.
Hoja suelta luego de la salida de algún cine, hace varios años de su estreno.
Aaah...Salud.
lunes, 27 de julio de 2009
jueves, 16 de julio de 2009
EL CARTERO LLAMA EN 20 MINUTOS.
...Corre desesperadamente, le quedan diez minutos.
La carta a medio doblar quedó en la cama, a medio terminar un vaso de jugo, en la sala el televisor prendido, con una cinta de video en el minuto 38. -Qué había sucedido luego-. El doctor Bernardo se preguntaba constantemente. En el diván acostado, se encuentra Emilio, en estado hipnótico. Buscando explicaciones, el Dr. Bernardo revisa unos documentos en el escritorio, de pronto siente un golpe seco fatal en la cabeza.
Hace tres horas, Emilio se encontraba en casa viendo una película regalada por su esposa, interrumpida en el minuto 38 por el sonido perturbador del intercomunicador. Un joven de mirada nerviosa, estira la mano con una carta y sale a todo correr, dejando estupefacto a Emilio con una carta no esperada... La carta es desdoblada con reticencia y lee:
Ahora mismo y sin pensarlo, visita al Dr. Bernardo, no llame a nadie, te estoy siguiendo los pasos, ve a tu alrededor. ¡No ahora! En lo que regreses, deja correr la película, desde el minuto 38...
Emilio revisa toda la casa con mirada escrutadora y sale al consultorio del Dr. Bernardo. Ya en el consultorio, Emilio supuestamente Hipnotizado, observa al Dr. Bernardo que revisa unos documentos en el escritorio, se incorpora sigiloso tomando de una pequeña repisa un cubo de mármol, que estrella con fuerza sobre la cabeza del Doctor, causándole la muerte.
Aquel joven de mirada nerviosa todavía corre, viendo con desesperación su celular...
El vaso de jugo a medio terminar y el televisor prendido en el minuto 38... “Deja correr la película desde el minuto 38” Emilio le da “play” la pantalla se ve toda granizo, poco a poco se refleja una imagen, un rostro de mujer... no se distingue del todo, aunque es familiar. Emilio desesperado marca el número de su esposa en el celular, sin respuesta alguna, solo un mensaje: “Es Carmen, deja tu número, prontito te llamo, papucho si eres tú, que disfrutes la película” La imagen difusa del televisor habla: “Sé que lo mataste, como al igual me encuentro yo, muerta. Mi muerte no tiene explicación no te preocupes, solo sé que ése joven fue hipnotizado por el Doctor, ése joven es su hijo, te acuerdas que te hablaba del tontuelo y cómo me miraba, bueno es él. Me dio una carta y eso es todo. Todo ocurre en un tiempo sintonizado por el Doctor: 20 minutos” La pantalla queda en negro, Emilio es desgarrado por el dolor, emitiendo un sonido ahogado.
...Le quedan diez minutos. Corriendo de manera infantil, lee el mensaje de texto que se repite una y otra vez:
“Eres todo lo que es, el cartero de la muerte”
“Eres todo lo que es, el cartero de la muerte”
“20 minutos, para ser lo que es”
“20 minutos, para ser lo que es”
EPÍLOGO.
-¿Pero por qué, su propio padre? ¿Y de qué manera ella?
-La victima es quien esté escrito en la carta, en el caso de ella el papel decía: “Marca tu propio número y no preguntes por qué. Preguntas por Carmen. Te estoy siguiendo los pasos, ve a tu alrededor”
-¿El padre?
-Cría cuervos y te sacaran los ojos. Vamos a tomarnos unas cervezas en el bar de la esquina, si llega un tonto con una carta no la lea.
La carta a medio doblar quedó en la cama, a medio terminar un vaso de jugo, en la sala el televisor prendido, con una cinta de video en el minuto 38. -Qué había sucedido luego-. El doctor Bernardo se preguntaba constantemente. En el diván acostado, se encuentra Emilio, en estado hipnótico. Buscando explicaciones, el Dr. Bernardo revisa unos documentos en el escritorio, de pronto siente un golpe seco fatal en la cabeza.
Hace tres horas, Emilio se encontraba en casa viendo una película regalada por su esposa, interrumpida en el minuto 38 por el sonido perturbador del intercomunicador. Un joven de mirada nerviosa, estira la mano con una carta y sale a todo correr, dejando estupefacto a Emilio con una carta no esperada... La carta es desdoblada con reticencia y lee:
Ahora mismo y sin pensarlo, visita al Dr. Bernardo, no llame a nadie, te estoy siguiendo los pasos, ve a tu alrededor. ¡No ahora! En lo que regreses, deja correr la película, desde el minuto 38...
Emilio revisa toda la casa con mirada escrutadora y sale al consultorio del Dr. Bernardo. Ya en el consultorio, Emilio supuestamente Hipnotizado, observa al Dr. Bernardo que revisa unos documentos en el escritorio, se incorpora sigiloso tomando de una pequeña repisa un cubo de mármol, que estrella con fuerza sobre la cabeza del Doctor, causándole la muerte.
Aquel joven de mirada nerviosa todavía corre, viendo con desesperación su celular...
El vaso de jugo a medio terminar y el televisor prendido en el minuto 38... “Deja correr la película desde el minuto 38” Emilio le da “play” la pantalla se ve toda granizo, poco a poco se refleja una imagen, un rostro de mujer... no se distingue del todo, aunque es familiar. Emilio desesperado marca el número de su esposa en el celular, sin respuesta alguna, solo un mensaje: “Es Carmen, deja tu número, prontito te llamo, papucho si eres tú, que disfrutes la película” La imagen difusa del televisor habla: “Sé que lo mataste, como al igual me encuentro yo, muerta. Mi muerte no tiene explicación no te preocupes, solo sé que ése joven fue hipnotizado por el Doctor, ése joven es su hijo, te acuerdas que te hablaba del tontuelo y cómo me miraba, bueno es él. Me dio una carta y eso es todo. Todo ocurre en un tiempo sintonizado por el Doctor: 20 minutos” La pantalla queda en negro, Emilio es desgarrado por el dolor, emitiendo un sonido ahogado.
...Le quedan diez minutos. Corriendo de manera infantil, lee el mensaje de texto que se repite una y otra vez:
“Eres todo lo que es, el cartero de la muerte”
“Eres todo lo que es, el cartero de la muerte”
“20 minutos, para ser lo que es”
“20 minutos, para ser lo que es”
EPÍLOGO.
-¿Pero por qué, su propio padre? ¿Y de qué manera ella?
-La victima es quien esté escrito en la carta, en el caso de ella el papel decía: “Marca tu propio número y no preguntes por qué. Preguntas por Carmen. Te estoy siguiendo los pasos, ve a tu alrededor”
-¿El padre?
-Cría cuervos y te sacaran los ojos. Vamos a tomarnos unas cervezas en el bar de la esquina, si llega un tonto con una carta no la lea.
martes, 14 de julio de 2009
EL GOLPE EN EL ESTÓMAGO.
Me imagino que cuando estaba en un ring, desahogando sus fantasmas literarios a ello se refería Ernest Hemingway con el arte de echar un buen cuento: "El golpe en el estómago" Los cuentos que están en este blog, son producto de un ejercicio, de entrar en un ring sin conocer a mi adversario, sin saber que va a pasar. Luego de la pelea he tenido que repasar el combate y ¡oh! Un golpe mal lanzado, la guardia baja y algún desliz... pero lo maravilloso es la esencia... llevar un buen combate y estar a la altura.
Entiendo entonces, que el Angelo Dundee de la literatura, son todos los libros que puedas leer en tu vida.
Entiendo entonces, que el Angelo Dundee de la literatura, son todos los libros que puedas leer en tu vida.
viernes, 10 de julio de 2009
AQUEL DE MUCHOS.
Aquel hombre con sus manos callosas, de tanto hojear la prensa, extrañamente corroídas por el tiempo del nunca jamás, del triste por venir... de ojos cansinos, y de mirada perdida, no se ha levantado en tres días de su butaca lacerante, encadenado a la conciencia inmisericorde de quien pierde total libertad, quedando solo la nada acompañanada de repentinas arrepentidas que hieren pero no matan, desangrándose hasta el desmayo.
Tres días en su butaca lacerante, el tímpano destrozado de tanto escuchar lo mismo, quedando sordo de por vida, acostumbrado a los días y a la rutina, solo imagina lo que escucha, el objeto de su sordera. La radio suena día y noche, con sus manos temblorosas mueve la aguja del dial de un lado a otro, cada vez con desesperante nostalgia, el oído sordo imagina escuchar lo mismo en cualquier estación de radio, ya destrozado sangrando hasta la muerte del sonido.
Sobre la butaca yace el cuerpo desmayado y sin conciencia, sin el tiempo de soslayo que lo pueda calmar con la esperanza de cualquier cosa: algo, peor que nada. A un lado de la butaca quedan la prensa y la radio.
Tres días en su butaca lacerante, el tímpano destrozado de tanto escuchar lo mismo, quedando sordo de por vida, acostumbrado a los días y a la rutina, solo imagina lo que escucha, el objeto de su sordera. La radio suena día y noche, con sus manos temblorosas mueve la aguja del dial de un lado a otro, cada vez con desesperante nostalgia, el oído sordo imagina escuchar lo mismo en cualquier estación de radio, ya destrozado sangrando hasta la muerte del sonido.
Sobre la butaca yace el cuerpo desmayado y sin conciencia, sin el tiempo de soslayo que lo pueda calmar con la esperanza de cualquier cosa: algo, peor que nada. A un lado de la butaca quedan la prensa y la radio.
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